También lo puede ver como: Ensayo Crítico del Libro "El Hombre Bicentenario"
Anteriormente,
ya había tenido la oportunidad de leer uno que otro libro de Isaac Asimov,
considerado por muchos el padre de la ciencia ficción. No por nada se ha ganado
semejante galardón. Un visionario ruso que a partir de sus libros retrato de
alguna manera el futuro en el cual nos situamos hoy en día. En sus libros
genera una mezcla audaz entre la humanidad y la tecnología, representada
mayormente por personajes robóticos.
Así bien, por
medio de la presente asignatura en curso, tengo la oportunidad de presentar el
siguiente ensayo basado en uno de los libros quizás más emblemáticos de Isaac
Asimov: “El Hombre Bicentenario”;
del cual a su vez, rescataré los hechos, valores, y enseñanzas más destacables
mediante mi punto de vista crítico.
Iniciando el
siguiente ensayo, hago mención de manera muy resumida el contexto del libro con
las escenas más importantes: Andrew
Martin (nuestro protagonista) es un robot al servicio de la familia Martin,
compuesta por Gerald Martin (el señor y padre de familia), la señora, la
señorita y la niña (llamada Mandy, la cual a futuro tendría un hijo llamado
George, y este a su vez, tendría un hijo llamado Paul – el último de la familia
Martin -). A lo largo del libro, se narran las desventuras por las cuales
nuestro protagonista debe pasar para llegar a completar cada uno de sus metas
propuestas. Inicialmente, la libertad. Luego, luchó por obtener
algunos derechos para los robots (los cuales no siempre eran acatados por los
demás inicialmente). Más adelante, Andrew escribió un libro sobre robots. Posteriormente,
alcanzaría una de sus metas clave como convertirse en androide (un robot con
aspecto más humano, es decir, un ser casi orgánico), siendo este el paso más
importante para su objetivo final trazado: ser
aceptado en la sociedad como “HUMANO”. ¿Una idea descabellada? Quizás sí,
sobre todo en la sociedad en la cual lo rodeaba.
A todo esto, no
hay que olvidar que Andrew Martin no era un robot común y corriente: poseía grandes habilidades y talentos,
inicialmente descubiertos por el patriarca de la familia Martin.
Todo empezó
cuando el Sr. Gerald Martin descubrió el talento de Andrew haciendo pequeños
objetos tallados en madera. Constantemente, consultaba la biblioteca en busca
de diccionarios o libros de apoyo para entender el comportamiento humano entre
otras cosas. En fin, era un robot dotado de inteligencia. Si esto, lo
relacionamos con nuestra actualidad, podríamos considerarlo como poseedor de I.A. (Inteligencia Artificial), un don
por el cual los robots y otros objetos mecánicos tienen inteligencia propia,
con el fin de resolver problemas cotidianos o valerse por sí mismos para
desarrollar ciertas actividades mediante una actitud y personalidad propia.
Andrew Martin
era sencillamente fantástico. Esto tuvo como consecuencia que, la familia
Martin le tuviera un gran aprecio, cariño y respeto hacia él. En pocas
palabras, lo consideraban un miembro más de la familia. Sin embargo, partiendo
desde un punto realista y objetivo, hay que resaltar y recordar que los robots “no tienen sentimientos”
(al menos, no se ha logrado aún, convirtiéndose esto en el principal factor
diferencial entre humanos y robots). Entonces, preguntémonos ¿Es acaso correcta o incorrecta la actitud
de la familia Martin hacia Andrew? La respuesta está en nosotros mismos.
Se dice, que en
un futuro no muy lejano, los robots empezarán a convivir entre nosotros. Estos
a su vez, serán empleados en diversas labores como domésticas, de oficina, de
trabajo pesado, entre otros. Pero, a mi parecer, creo yo que los robots cumplirán
una función mucho más importante que el trabajo: el de hacerle compañía al hombre.
Dicen que el
perro es el mejor amigo del hombre, pues yo creo que el robot se convertirá en el mejor amigo del “hombre del futuro”.
Andrew Martin,
más que un mayordomo o cualquier otro cargo que emulaba dentro de la familia
Martin, era muy querido por la niña y los demás miembro de la familia.
Fácilmente, se podía confundir con uno más de ellos. En la actualidad, existen
muchas personas que han perdido miembros de su familia (ya sea por una guerra,
enfermedad u otra catástrofe); así como personas que han quedado inválidas o
padecen de alguna discapacidad. Estas personas, muchas veces necesitan
aferrarse a algo, ya sea motivado por sus sentimientos o para cumplir alguna
función determinada (como caminar o usar las manos). Es en esos casos en los
cuales los robots jugarían un papel fundamental en la vida del ser humano.
Siempre estarían al servicio de la humanidad. Sin embargo, hay que rescatar
que, a través de la convivencia constante con los robots, los humanos
adoptarían cierta empatía por sus compañeros metálicos.
Y no sería del
todo absurdo. Ya que el ser humano tiende a desarrollar emociones y
sentimientos hacia todo aquello que le rodea, sobre todo, a ello que en cierto
modo lo acompaña y ayuda en su día a día. Eso nos diferencia de los robots tal
y como lo mencione líneas arriba: los
sentimientos.
En fin. Dejando
de lado esta premisa, pasemos a otro punto: la utilidad y beneficio de los robots en un futuro lejano. Definitivamente,
ya sabemos que Andrew Martin era un robot superdotado de habilidades y otros
talentos. Sin embargo, el escenario y la época en la cual transcurren los
hechos, los robots ya formaban y componían gran parte de la sociedad de ese
momento. Y muchos de ellos, se desempeñaban en cargos profesionales como el de
cirujanos o recepcionistas. Obviamente, ese es uno de los objetivos de la
robótica: cumplir determinadas funciones
dentro de la sociedad humana, las cuales impliquen cierto riesgo o sean tareas
que los humanos ya no quieran desarrollar por diversos motivos.
Hombres y robots
trabajando en conjunto serán de gran ayuda en beneficio de toda la humanidad.
Desgraciadamente, los robots serían de manera metafóricamente hablando “un arma
de doble filo”. Si bien es cierto que ellos podrían ayudar en muchas
actividades a los seres humanos, los mismos seres humanos correrían el riesgo
de depender mucho de los robots, a tal punto que todo lo terminarían haciendo
las máquinas, haciendo que el hombre se convierta en un ser dominado por el
ocio y la inactividad.
Por ello, para
lograr la máxima utilidad de los robots en beneficio del hombre, éste debe trabajar en constante armonía con
las máquinas, ya que solo así se logrará alcanzar objetivos de manera más rápida
y eficiente.
Ahora, a
continuación, luego de haber mencionado algunos puntos y detalles importantes
de esta gran obra, abarcaré cuatro de los aspectos quizás (a mi parecer) los
más resaltantes tocados a lo largo de la lectura del libro. En ellos, me atrevo
a decir, Isaac Asimov se centra y basa para dejarnos a nosotros como lectores
una crucial e importante enseñanza, así como una fuerte valoración para todos
aquellos que tengan la oportunidad de leer su obra.
Pues bien, estos cuatros aspectos fundamentales son: el
valor de la libertad, el respeto, la igualdad en sociedad, y la convicción de
cumplir nuestros objetivos y metas en un corto o largo plazo. Y todos
ellos, bien representadas en mención nuevamente del protagonista del libro:
Andrew Martin.
Definitivamente,
para comprender mejor lo que digo, haré una confrontación entre los hechos
sucedidos en el libro (el cual representen a cada aspecto mencionado
anteriormente) con la sociedad actual en la que vivimos.
Inicialmente,
tenemos a la libertad. La libertad
es un don con el cual nacemos todos los seres humanos. Quizás, uno de los dones
más preciados que tenemos (junto a la vida obviamente). Nada ni nadie debe
privarnos de la libertad. Y eso, lo sabía perfectamente Andrew Martin. Aunque
él no se sentía como un esclavo dentro del hogar de los Martin, sabía
perfectamente que contar con su libertad propia le daría una perspectiva y un
enfoque diferente en sociedad. Sin embargo, hay que recordar nuevamente que él
es un robot. No obstante, ¿No es acaso
merecedor de libertad todo aquel ser que en su conciencia y corazón conoce el
significado de esta palabra? ¿Cuál sería la razón de privarlo de tal privilegio?
Eso, es de seguro lo que pensaba Andrew Martin. Dotado posiblemente de IA, este
robot con conciencia humana hizo hasta lo imposible por ser reconocido como
libre en sociedad, aunque por supuesto, las escenas leídas a lo largo del libro
indican que fue una ardua lucha, en especial con su amo, Gerald Martin, el cual
luego de tanta insistencia y de haber reflexionado, le concedió finalmente la
libertad … a regañadientes (sin que esto perfilará a Gerald Martin como un tipo
déspota o cruel, ya que era un excelente tipo).
Ahora, toquemos
el tema del respeto y la igualdad. Estos
dos valores, a mi parecer, son los más
deteriorados actualmente en nuestra sociedad. Cada vez es más frecuente ver
o escuchar casos en los que el respeto y la igualdad son brutalmente maltratados.
Al parecer, como personas hemos descuidado muchísimo estas virtudes que debe
conservar el ser humano en relación a los demás que los rodean.
Asimov, mediante
este cuento, nos retracta una sociedad en la que los humanos al parecer
conviven en armonía, conjuntamente con los robots. Sin embargo, Andrew Martin,
tuvo una idea genial para poner a prueba la tolerancia de la sociedad de su
momento: vestirse como ser humano.
Obviamente, esto contrajo repercusiones, ya que las personas en sociedad no lo
consideraban un ser humano por más que trate aparentar ser uno.
Definitivamente, esto es un hecho condenable. Así sea una máquina, creo que
todos(as) los que lo rodean deberían tener un mínimo de respeto hacia él.
Por supuesto,
Andrew Martin no se quedaría de brazos cruzados, ya que estaba decidido a
cumplir una de sus metas quizás más descabelladas pero a la vez más profundas:
el ser tratado o considerado como un ser humano en sociedad. Y claro, no fue
nada fácil: pasar por toda una etapa de conversión sistémica: facciones humanas
como las de un androide, implementación de algunos órganos para simular el
funcionamiento humano, vestirse como tal, etc. Y todo lo hacía con el objetivo
de ser considerado un humano más entre
todos (igualdad), y por supuesto, ser tratado con el mismo respeto que otras
personas.
Finalmente,
tocaré uno de los temas que quizás Asimov trató indirectamente de hacernos
llegar a nosotros los lectores. La convicción de cumplir nuestros objetivos y
metas en un corto o largo plazo. Definitivamente, Andrew Martin era un
robot destinado a grandes cosas. Su talento e inteligencia lo llevo a un sinfín
de hechos y acciones que le ayudaron a ser reconocido en sociedad. Rompió todos
los paradigmas en relación a lo pensado de los robots. Pero lo más importante:
el, a pesar de ser un simple robots, siempre se trazó metas y objetivos, por
los cuales NUNCA bajo los brazos. Por el contrario, luchó contra todo y todos
por ser considerado humano, por sentirse libre y otros aspectos más. Al
concluir la lectura del libro, el autor revela que, Andrew Martin, luego de su
lucha, obtiene el galardón del “hombre bicentenario”, es decir, considerado
mitad robot, y mitad humano (debido al tiempo vivido como tales). Pasó por toda
una transformación solo con el objetivo de ser considerado como un humano más.
Y claro, al ser un humano más, tenía que pasar por la última fase por la cual
todas las personas debemos llegar: la muerte.
Sin embargo, la muerte de alguien no significa nada si es que esta persona no ha
logrado grandes hazañas a lo largo de su vida. Y Andrew Martin, con esto,
nos deja una gran enseñanza para una futura valoración: “Sea cual sea el escenario, por más complicado,
difícil y hostil que sea; nosotros siempre debemos apuntar a cumplir con
nuestras metas y objetivos. Nunca olvidarnos de nuestros sueños, ya que estos al
hacerlos realidad, nos darán la dicha y felicidad que tanto anhelamos todos en
lo particular o en conjunto”.
En conclusión,
ya para terminar este ensayo, reafirmo mi respeto por Asimov y su visión del futuro. No solamente por los
aspectos tecnológicos que el plasma en su libro. Sino también por las lecciones
que nos deja. Como lo mencione, anteriormente, el no bajar los brazos por cumplir nuestros objetivos hasta el final;
siempre buscar y reconocer el respeto y la igualdad frente a los demás, no
esperar a que seamos robots algún día para poder tratarnos como tal. Y por
supuesto, y adicionalmente como valoración:
el aprecio y valor de los sentimientos.
Los robots no tienen la capacidad (aún) de reconocer y admirar los sentimientos
(como el amor por ejemplo). Ese aspecto es fundamental y único en los humanos.
Forman nuestra esencia.
Y si nosotros,
decidimos en desechar esa esencia humana fuera de nosotros, entonces no
estaremos lejos de la visión utópica de Asimov del futuro.
Nos
convertiremos en frías y mecanizadas máquinas. Por ello, día tras día, alimentemos el amor
(ya sea en familia o en pareja), la amistad, el respeto, y otras virtudes que
tengamos; ya que solo así, construiremos una mejor sociedad y un mejor ambiente
no solamente para nosotros; sino, para las futuras generaciones venideras.
"El Hombre Bicentenario - Escena Final -"
Buen post espero el siguiente y muy buena película
ResponderEliminarBuen post estimado Daniel...
ResponderEliminarMuy buena historia
ResponderEliminarComparto con vosotros un audiolibro de El hombre bicentenario. Espero que ayude a aquellos que tengan dificultades para leer o por cualquier motivo no tengan acceso al libro.
ResponderEliminarhttps://audiolibrosencastellano.com/cuento/audiolibro-completo-hombre-bicentenario-isaac-asimov-1976
Un saludo :)